martes, 11 de enero de 2011

La izquierda profunda

Como comentamos ayer [domingo] varios blogueros, la izquierda ha aprovechado miserablemente el atentado de Tucson para cargar contra la derecha. (Véase especialmente, además de Barcepundit, la entrada de Elentir.) Pese a que no existe por ahora ningún indicio de que el lunático que mató a seis personas e hirió gravemente a una congresista tuviera nada que ver con el Tea Party, El País de hoy [lunes] titula en primera página: "La matanza de Tucson cuestiona al Tea Party". Y editorializa "sobre la crispación que vive Estados Unidos y de la que el Tea Party ha hecho su principal y casi única estrategia".

Claro está que si no existiera el Tea Party, los progres no hubieran tenido mayor problema en señalar los culpables: La libertad de llevar armas y la "América profunda". Es lo que hace Antonio Caño en un artículo titulado "Sarah Palin no es responsable". Aunque el autor no oculta su animadversión por la política conservadora, prefiere apuntar a causas más profundas. Dice lo siguiente:

"Si se quiere buscar un responsable por encima del culpable o culpables que los investigadores identifiquen, señálese a esta sociedad, o a la parte de ella que cree en la venganza individual, que le niega al Estado el patrimonio de la violencia y que exhibe sus armas con tanto orgulloso [sic] constitucional como exhibe su libertad.


Es sabido que hay una América que nos abofetea de vez en cuando. Existe, desde luego, esa América tolerante, abierta, intelectual y emprendedora que eligió presidente a Barack Obama. Pero hay otra porción de América rural, inculta y salvaje que ruge intermitentemente cuando siente sus intereses en peligro. La primera América milita en ambos partidos, pero el Partido Republicano se ha quedado con la otra parte al completo."

Sobre el derecho a portar armas, nótese la falacia de asociarlo con el espíritu de venganza. Como es sabido, quienes defienden la Segunda Enmienda invocan el inalienable derecho del individuo a defenderse de delincuentes y de un gobierno tiránico. Por tanto, sí, efectivamente, niegan que el Estado deba tener el monopolio absoluto de la violencia, pero ello es muy distinto de tomarse la justicia por su mano. Resulta significativo que, al parecer, el asesino de Tucson fue entregado a la policía por unos ciudadanos que podrían haberlo abatido con sus armas, si hubieran querido.

Lo que ya resulta más díficil de calificar es la retórica sectaria del segundo párrafo. Que los votantes de Obama son gente "tolerante, abierta, intelectual y emprendedora" provoca sonrojo, sin duda. Bueno, es la imagen que tienen de sí mismos los progres. Gente que, como en las películas de Woody Allen, sabe elegir un buen vino (o eso creen), a diferencia del votante republicano, puaj, esa plebe que sólo bebe Coca-Cola o cerveza. Pero lo de la "América rural, inculta y salvaje" sencillamente ya produce hastío. ¿La repetición de los tópicos más sobados -también difundidos con no poco entusiasmo por la industria de Hollywood, en un sinfín de películas- es lo que entienden nuestros progres por análisis político?

Algún día habrá que hablar de la España profunda que vota al PSOE. Pero hoy ya es tarde, y me da una pereza enorme.