Cada tres o cuatro días, en El País toca sermón contra "los mercados". Este miércoles corría a cargo de Jorge M. Reverte; artículo titulado "Europa acorchada". Otro manido lamento de que la política pierde protagonismo en favor de la economía, tópico muy usado por los fascistas y los nazis en los años treinta del pasado siglo, como nos recordaba hace poco Jorge Valín. No busquen originalidad en este tipo de piezas de afirmación de la tribu progre. Pero estaba por saltarme tan intrascendente escrito, cuando me doy de bruces con el siguiente párrafo:
"Porque son los mercados los que nos dicen ahora cosas que entran en el terreno más sensible y delicado de lo que creíamos que era Europa: hay que tener cuidado con que nadie haga caricaturas de Mahoma; hay que ser muy cauto al permitir que una ONG nórdica le dé un premio que se llama Nobel a un disidente chino; hay que poner sordina a la represión en el Magreb porque lo que viene después será mucho peor; hay que ignorar las violaciones de los derechos humanos en Cuba y Venezuela."
La verdad, desconozco qué representante de alguna institución financiera, o de alguna agencia de calificación, ha podido recomendar la autocensura para no molestar al islam, o ha puesto algún pero ante la concesión del Nobel a Liu Xiaobo. No descarto que alguno haya habido, porque imbéciles los hay en todas partes, pero semejante grado de estulticia merecería ser señalado con nombre y apellidos. No entiendo por qué Reverte nos priva de tan sabroso dato, en el que sin duda se basa para afirmaciones tan notables.
Ahora bien, que se responsabilice a los mercados de pretender ignorar las violaciones de los derechos humanos en Venezuela y Cuba, es sencillamente conmovedor. Anda que no se van a ofender los de Público como les digan que ejercen de portavoces de los pérfidos mercados... Estábamos acostumbrados a que el capitalismo tuviera la culpa de todo, de la crisis económica, del hambre en el mundo, del cambio climático, de las guerras y hasta de la disfunción eréctil. Pero que se le acuse de connivencia con Castro y Hugo Chávez, esos entusiastas apologistas del mercado libre, era lo último que nos quedaba por leer... O no. Porque recuerden cómo desde antiguo se defendía la izquierda de las críticas a los países comunistas: Que aquellos regímenes no eran en realidad de izquierdas, sino una modalidad de "capitalismo de Estado". Y creo que fue Manuel Vázquez Montalbán quien, tras la caída del Muro de Berlín, dijo algo así como que el capitalismo no tardaría en echarlo de menos.
Lo dicho: no busquen originalidad. Pero no sé cómo lo hace la izquierda, que su desfachatez todavía consigue sorprenderme de vez en cuando.