sábado, 14 de agosto de 2010

No es una novela de Dominique Lapierre y Larry Collins

Agosto del año 2010: El presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, apoya la construcción de una mezquita a doscientos metros de la Zona Cero de Manhattan, el solar donde nueve años antes, unos terroristas islámicos estrellaron dos aviones de pasajeros, destruyendo por completo el World Trade Center, y causando cerca de 2.800 muertos (sin contar el atentado contra el Pentágono y el avión estrellado en Pensilvania). El impulsor del proyecto es el imán Feisal, quien a los pocos días del 11-S sugirió que los Estados Unidos eran en parte culpables (the United States policies were an accessory to the crime that happened), estableciendo una relación causal con la muerte de muchos inocentes en el mundo (we [los USA] have been an accessory to a lot of innocent lives dying in the world). Más recientemente, en medio de la polémica por la mezquita, Feisal ha eludido calificar a Hamás de grupo terrorista, excusándose en que él no es un político, sino un "constructor de paz" (peace builder), y que se trata de "una cuestión muy compleja".

Lo anterior no es el argumento de una novela de Dominique Lapierre y Larry Collins, autores del famoso best seller de los ochenta, El quinto jinete, en el que unos terroristas a las órdenes de Gaddafi amenazaban con hacer explotar una bomba atómica oculta en algún lugar de Nueva York. Al final la policía conseguía encontrar la bomba, pero (y he aquí lo me interesa señalar) los gobernantes echaban tierra sobre todo el asunto, y las relaciones diplomáticas con el régimen libio proseguían como si no hubiera sucedido nada, en nombre de la Realpolitik. Conviene recordar que la novela se publicó durante la presidencia de Carter. Sin duda, de haber sido escrita durante los años de Reagan, el desenlace no hubiera sido tan cínicamente desengañado. En cambio hoy, con Obama en la Casa Blanca, volvería a resultar perfectamente verosímil.

[15-8-10: Parece que Obama "ya está echándose atrás" (Barcepundit); claro, una cosa es hablar delante de musulmanes en el inicio del ramadán, y otra al país en su conjunto, que según las encuestas está mayoritariamente en contra. Cosas de querer decir a todo el mundo lo que quiere oír.] [Ah, y por cierto, ¿qué dirán ahora El País o La 1, que tachaban a los críticos de la mezquita de "ultraconservadores"? ¿Qué pasa, que el Obamesías se pliega a las primeras de cambio ante unas supuestas minorías extremistas?]