miércoles, 25 de agosto de 2010

La superstición nacionalista (y una anécdota de propina)

Según el filósofo del derecho Francisco J. Contreras, el concepto de nación es puramente metafísico, una "fantasmagoría" de la cual las ciencias sociales harían bien en librarse. Esta afirmación no tiene nada que ver con las elusivas palabras de Zapatero, cuando fue preguntado por el uso del término nación en el Estatuto de Cataluña ("nación..., concepto discutido y discutible"). Contreras expone su concepción sobre el nacionalismo en cinco tesis, de las cuales me interesa ahora destacar la primera y la cuarta (puede descargarse el artículo aquí). Dicen así:

1) El nacionalismo no es un sentimiento natural y universal, sino una doctrina política vinculada a cierta época histórica.

4) Las identidades nacionales no vienen dadas por la realidad histórico-social, sino que son construidas por la ideología nacionalista y por los Estados.

Pío Moa, en un artículo de la revista Época, que también puede leerse en su blog, enuncia por su parte seis "errores comunes" sobre el separatismo, de los cuales, b, c y f vienen en apoyo de las tesis anteriores. Así, es falso según Moa lo siguiente:

b) Cataluña, Galicia y Euskadi son, en todo caso, naciones culturales.

c) El idioma es fundamental en la formación de los nacionalismos regionales.

f) El origen de los nacionalismos se encuentra en los reinos de la Edad Media.

Efectivamente, los rasgos culturales comunes de los españoles son mucho más notables que los diferenciadores de cada región, lo cual revela el carácter arbitrario del concepto de nación. Ni siquiera el idioma se puede considerar un elemento nacional, pues el español sigue siendo la lengua común y más importante, y además, regiones como Valencia y Baleares, con un idioma propio, no han conocido movimientos nacionalistas. (Lo que tienen son sucursales del pancatalanismo.) Por último, no existe una correspondencia biunívoca entre los reinos medievales y las actuales regiones donde existe un nacionalismo fuerte. Cataluña y Euskadi jamás fueron reinos; sí lo fueron otras regiones que no han padecido el separatismo.

Los nacionalistas catalanes pretenden que ha existido una consciencia de resistencia a la "ocupación" desde el final de la Guerra de Sucesión en 1714, con la rendición de Barcelona a las tropas borbónicas, y que la Generalidad habría sido "restaurada" en 1931 por Francesc Macià, doscientos diecisiete años después de su abolición. Pero naturalmente, jamás ha habido tal consciencia, salvo en unas exiguas minorías. En el siglo XVIII, por cierto, la Generalidad era ya una institución en decadencia, a la que la guerra dinástica simplemente dio la puntilla. Pero además, la idea de recuperar ese nombre medieval no fue de Macià, ni siquiera de ningún catalán, sino de un ministro del gobierno de Madrid: Fernando de los Ríos. Así lo cuenta Amadeu Hurtado en Quaranta anys d'advocat. Història del meu temps (Barcelona, Ed. Ariel, 1967), libro no reeditado, hasta donde yo sé, que hace unos años conseguí en un rastro de Reus. Esta es la página impagable:


A continuación la fotografía (que aparece al volver la página) del día histórico al que se refiere el texto. Fernando de los Ríos es el de la barba negra. A la derecha, Companys y Macià:

La Generalidad, pues, no fue "restaurada" como resultado de una vieja aspiración del pueblo catalán. El nombre se recuperó, improvisadamente, como una "solución de concordia" para resolver el lío en el que Macià había metido a la recién instaurada República, al proclamar del 14 de abril de 1931 el "Estado catalán" dentro de una "confederación de pueblos ibéricos". Tres días después, tras reunirse con tres ministros del gobierno español durante varias horas, Macià volvió a salir al balcón a decirles a sus seguidores que ahora la cosa se iba a llamar Gobierno de la Generalidad, de "gloriosa tradición", y a otro tema. No me negarán que todo el asunto tiene un innegable aire chusco. Nada que ver, desde luego, con la mitología nacionalista de los "trescientos años de resistencia".