Martí se confiesa de derechas desde las primeras páginas, pero evidentemente no se detiene ahí. Trata de demostrar a muchos de sus lectores que, sin saberlo, o sin atreverse a reconocerlo, también lo son. Y lo más importante: ¡Que no pasa nada! Es normal, incluso es bueno, en una democracia, que cada uno asuma lo que es, sin tener que avergonzarse por ello.
Para llevar a cabo esta cura desacomplejante, el autor trata de mostrar, por un lado, lo que la derecha no es, al menos en la actualidad. Y por otro, a lo que dedica la mayor parte del texto, trata de exponer los contenidos positivos del ideario conservador. La libertad, la seguridad como garantía de ésta, la actitud ante la igualdad y la discriminación positiva, la crítica del relativismo, la educación, la familia, los impuestos, la iniciativa individual, la inmigración, el multiculturalismo, el cambio climático, la Iglesia, el terrorismo, etc. En menos de doscientas cincuenta páginas Josep Martí consigue hacer un resumen somero, nada académico, pero muy completo y -sobre todo- cargado de sentido común acerca de la visión del mundo de los que somos de derechas.
Naturalmente, me alargaría en exceso si tratara de comentar tema por tema. No solo por eso, sino por su gran interés, me centraré en los esfuerzos del autor por deslindar el campo ideológico de la derecha de aquello que ésta no es.
La inolvidable Oriana Fallaci, en el capítulo 10 de La Fuerza de la Razón, decía lo siguiente:
"...en Occidente la Derecha ya no existe. La Derecha símbolo de involución, quiero decir. La Derecha ruin, reaccionaria, obtusa, feudal. Como concepto, esa Derecha desapareció con la Revolución Francesa mejor con la Revolución Americana (...) Como realidad, se extinguió con la afirmación de la Derecha salida de estas dos revoluciones. Es decir, la Derecha ilustrada, liberal, civilizada (...) La Derecha ruin, reaccionaria, obtusa, feudal hoy sólo se encuentra en el Islam. Es el Islam."
Como el lector ya se ha imaginado, Josep Martí se identifica con la derecha ilustrada que distingue Oriana. Sin embargo, y en esto también coincido con él, no se muestra partidario de desterrar el término derecha, ni siquiera de adornarlo con adjetivos, y mucho menos creo que estaría dispuesto a adjudicárselo al islamismo, aun sin negar el fondo de verdad de las palabras de la escritora italiana. Si por connotaciones prodecentes del pasado, quienes abrigamos ideas y opiniones que habitualmente, lo queramos o no, se tildarán de derechistas (cuando no reaccionarias, fachas, etc), debemos renunciar al término con el que podemos reconocernos entre nosotros más eficazmente, ¿por qué no hace lo mismo la izquierda, a fin de renegar de manera más convincente de su historial de masacres, de Gulags y de miseria?
El autor prefiere, como digo, la vía de la demarcación semántica, sin dar por perdida la batalla de las palabras. Así, se apresura a condenar el franquismo. Maldice a Franco, entre otras razones, precisamente por ser el principal culpable de que en España la derecha arrostre el sambenito de reaccionaria, autoritaria, clasista, etc. Creo que tiene mucha razón, aunque quizá en los epítetos dedicados al dictador no podamos evitar ver un cierto peaje que considera necesario pagar para ser mínimamente tolerado. Se corresponde, justo es decirlo, con el enfoque general del libro, más interesado en describir lo que es la derecha, que en la crítica a la izquierda, aunque ésta tampoco falte. De todos modos, sin un análisis de la historia de la segunda república y la guerra civil, así como de la dictadura, un análisis que esté más interesado en la verdad que en quedar bien, la derecha jamás se normalizará plenamente. Hay que decir que Josep Martí dedica también algunas páginas a desmontar las falacias de la "memoria histórica" según la entiende Zapatero, por lo que sería ingrato decir que rehúye la cuestión. Pero hubiera sido interesante conocer su opinión sobre la obra (fundamental en mi opinión) de Pío Moa, a quien sólo cita de pasada, sin valorarlo.
Martí creo que no puede evitar pagar otros dos peajes, estos para mí más discutibles. Primero el de considerar injusta la guerra de Iraq, sin mayores explicaciones, y ello a pesar de que sabe exponer con claridad el contraste entre la visión de derechas y el buenismo pacifista de la izquierda. Me gustaría saber por qué, a pesar de los durísimos bombardeos aliados sobre Alemania y Japón, le parece bien que los Estados Unidos derrotaran a Hitler, y en cambio, en el caso de la guerra de Iraq, la supervivencia del régimen de Saddam Hussein habría sido, por lo visto, un mal menor. De todos modos, nuestro autor se muestra disconforme con la retirada unilateral de nuestras tropas de Iraq, por lo que su posición no tiene nada que ver con la demagogia antiamericana de los progres. Razón de más para que me parezca un tanto retórica.
El segundo, o tercer peaje, es el de la cuestión nacionalista. Desde el principio, el autor deja bien claro que su libro está pensado en un contexto catalán, y no casualmente está escrito en este idioma. A mí me parece muy bien, pues la anomalía democrática que supone que ni la propia derecha se atreva a decir su nombre, en Cataluña sin duda es el lugar de España donde se da con mayor intensidad. No en vano el subtítulo del libro es "Crítica de la gran impostura catalana". También estoy de acuerdo en que, de entrada, el sentimiento de pertenencia nacional es una cuestión ajena al debate derecha-izquierda. Pero Martí dice algo más, con lo que no estoy de acuerdo. Según él, la crítica al nacionalismo catalán desde postulados liberales, no es más un ropaje intelectual con el que se pretende vestir a otro nacionalismo, el español. A mí me parece éste un argumento improcedente, que en lugar de tratar de refutar una determinada postura, lo que hace es desacreditarla con un juicio prácticamente ad hominem, acerca de intenciones. ¿Qué opina el autor acerca de la imposición del catalán en la enseñanza, de que se sancione a los comercios que rotulan en castellano? No nos lo dice. Para él, es un tema que se sale del libro.
No sabemos si nuestro brillante panfletista (dicho en el mejor sentido del término) ha interiorizado el tópico nacionalista de que todo el mundo es nacionalista de una u otra nación, o bien es que él mismo es nacionalista. Hay que decir, para ayudar a ubicar mejor a este tarraconense, oriundo del precioso pueblo pesquero de L'Ametlla de Mar, que está casado con una ex alto cargo del último gobierno de Aznar (como cuenta desde la primera página), y que la presentación de su libro en Barcelona la hizo Josep Piqué, a quien elogia en sus páginas. Vamos que no tiene pinta de andar envuelto con la estelada. Pero lo cierto es que, sea cual sea lo que Martí piense de España y de Cataluña, y de la relación más deseable entre ambas, no lo averiguaremos leyendo este libro. Y yo en cambio sí creo que tanto derecha e izquierda tienen cosas distintas que decir al respecto. ¿Puede la derecha por ejemplo creer en el derecho de autodeterminación, en derechos colectivos en general? En mi opinión, no.
En cualquier caso, achacar la estigmatización de la derecha en Cataluña a que se la asocie con el anticatalanismo, me parece una media verdad. Porque en el resto de España la situación no es tan distinta, y las razones obviamente hay que buscarlas en otras cuestiones. Otra cosa es que, como ya he defendido hace poco, antes de leer este libro, la derecha debería evitar caer en la trampa de que sólo se hable del tema que le interesa a los nacionalistas. Pero se trata de una cuestión de táctica, no de ceder en los principios.
Señaladas mis discrepancias, que aunque no triviales, afectan a una pequeña parte del texto, he de decir que he disfrutado leyendo el libro y que lo suscribo en un 90 %. Me quedo con la esperanza expresada por Martí de que un día aparezca en Cataluña (bueno, yo hago mi deseo extensivo también a España) ese Sarkozy que se atreva a decir "je suis le candidat de la droite".
Porque efectivamente, la gran anomalía de nuestra democracia es que este hombre o esta mujer todavía no haya surgido.
"Los políticos conservadores -dice Martí- no comienzan nunca sus intervenciones explicitando su cosmovisión conservadora. ¿Recordáis a alguno, en activo, iniciando su discurso con frases del tipo "la derecha hará...", "cuando gobierne la derecha...", "para un político de derechas como yo esto es intolerable..."? Encontraréis algún ejemplo, pero no muchos. Cuando lo consigáis, recortadlo y hacedlo enmarcar porque las rarezas acaban teniendo buen precio en los anticuarios. Y no valen los políticos retirados, sólo aquellos que todavía aspiran a ganar alguna elección."
Claro que antes de las elecciones, los políticos deben enfrentarse con los aparatos de sus propios partidos. Ahí se encuenra el primer gran obstáculo. Quizá el sistema de primarias pueda ser la solución a esta situación sin salida aparente. Mientras tanto, el libro de Martí puede que no ayude mucho a los políticos profesionales, pero al menos nos permitirá disfrutar a los demás leyendo lo que estos no se atreven todavía a decir.
ACTUALIZACIÓN 9-05-08: Tras contactar conmigo el autor del libro (ver comentarios), me ha aclarado un poco más su posición respecto al nacionalismo catalán. Aunque ya lo he hecho en privado, desde aquí quiero agradecerle su deferencia. Creo que nuestras posiciones, salvando los matices, coinciden en gran medida.
El autor prefiere, como digo, la vía de la demarcación semántica, sin dar por perdida la batalla de las palabras. Así, se apresura a condenar el franquismo. Maldice a Franco, entre otras razones, precisamente por ser el principal culpable de que en España la derecha arrostre el sambenito de reaccionaria, autoritaria, clasista, etc. Creo que tiene mucha razón, aunque quizá en los epítetos dedicados al dictador no podamos evitar ver un cierto peaje que considera necesario pagar para ser mínimamente tolerado. Se corresponde, justo es decirlo, con el enfoque general del libro, más interesado en describir lo que es la derecha, que en la crítica a la izquierda, aunque ésta tampoco falte. De todos modos, sin un análisis de la historia de la segunda república y la guerra civil, así como de la dictadura, un análisis que esté más interesado en la verdad que en quedar bien, la derecha jamás se normalizará plenamente. Hay que decir que Josep Martí dedica también algunas páginas a desmontar las falacias de la "memoria histórica" según la entiende Zapatero, por lo que sería ingrato decir que rehúye la cuestión. Pero hubiera sido interesante conocer su opinión sobre la obra (fundamental en mi opinión) de Pío Moa, a quien sólo cita de pasada, sin valorarlo.
Martí creo que no puede evitar pagar otros dos peajes, estos para mí más discutibles. Primero el de considerar injusta la guerra de Iraq, sin mayores explicaciones, y ello a pesar de que sabe exponer con claridad el contraste entre la visión de derechas y el buenismo pacifista de la izquierda. Me gustaría saber por qué, a pesar de los durísimos bombardeos aliados sobre Alemania y Japón, le parece bien que los Estados Unidos derrotaran a Hitler, y en cambio, en el caso de la guerra de Iraq, la supervivencia del régimen de Saddam Hussein habría sido, por lo visto, un mal menor. De todos modos, nuestro autor se muestra disconforme con la retirada unilateral de nuestras tropas de Iraq, por lo que su posición no tiene nada que ver con la demagogia antiamericana de los progres. Razón de más para que me parezca un tanto retórica.
El segundo, o tercer peaje, es el de la cuestión nacionalista. Desde el principio, el autor deja bien claro que su libro está pensado en un contexto catalán, y no casualmente está escrito en este idioma. A mí me parece muy bien, pues la anomalía democrática que supone que ni la propia derecha se atreva a decir su nombre, en Cataluña sin duda es el lugar de España donde se da con mayor intensidad. No en vano el subtítulo del libro es "Crítica de la gran impostura catalana". También estoy de acuerdo en que, de entrada, el sentimiento de pertenencia nacional es una cuestión ajena al debate derecha-izquierda. Pero Martí dice algo más, con lo que no estoy de acuerdo. Según él, la crítica al nacionalismo catalán desde postulados liberales, no es más un ropaje intelectual con el que se pretende vestir a otro nacionalismo, el español. A mí me parece éste un argumento improcedente, que en lugar de tratar de refutar una determinada postura, lo que hace es desacreditarla con un juicio prácticamente ad hominem, acerca de intenciones. ¿Qué opina el autor acerca de la imposición del catalán en la enseñanza, de que se sancione a los comercios que rotulan en castellano? No nos lo dice. Para él, es un tema que se sale del libro.
No sabemos si nuestro brillante panfletista (dicho en el mejor sentido del término) ha interiorizado el tópico nacionalista de que todo el mundo es nacionalista de una u otra nación, o bien es que él mismo es nacionalista. Hay que decir, para ayudar a ubicar mejor a este tarraconense, oriundo del precioso pueblo pesquero de L'Ametlla de Mar, que está casado con una ex alto cargo del último gobierno de Aznar (como cuenta desde la primera página), y que la presentación de su libro en Barcelona la hizo Josep Piqué, a quien elogia en sus páginas. Vamos que no tiene pinta de andar envuelto con la estelada. Pero lo cierto es que, sea cual sea lo que Martí piense de España y de Cataluña, y de la relación más deseable entre ambas, no lo averiguaremos leyendo este libro. Y yo en cambio sí creo que tanto derecha e izquierda tienen cosas distintas que decir al respecto. ¿Puede la derecha por ejemplo creer en el derecho de autodeterminación, en derechos colectivos en general? En mi opinión, no.
En cualquier caso, achacar la estigmatización de la derecha en Cataluña a que se la asocie con el anticatalanismo, me parece una media verdad. Porque en el resto de España la situación no es tan distinta, y las razones obviamente hay que buscarlas en otras cuestiones. Otra cosa es que, como ya he defendido hace poco, antes de leer este libro, la derecha debería evitar caer en la trampa de que sólo se hable del tema que le interesa a los nacionalistas. Pero se trata de una cuestión de táctica, no de ceder en los principios.
Señaladas mis discrepancias, que aunque no triviales, afectan a una pequeña parte del texto, he de decir que he disfrutado leyendo el libro y que lo suscribo en un 90 %. Me quedo con la esperanza expresada por Martí de que un día aparezca en Cataluña (bueno, yo hago mi deseo extensivo también a España) ese Sarkozy que se atreva a decir "je suis le candidat de la droite".
Porque efectivamente, la gran anomalía de nuestra democracia es que este hombre o esta mujer todavía no haya surgido.
"Los políticos conservadores -dice Martí- no comienzan nunca sus intervenciones explicitando su cosmovisión conservadora. ¿Recordáis a alguno, en activo, iniciando su discurso con frases del tipo "la derecha hará...", "cuando gobierne la derecha...", "para un político de derechas como yo esto es intolerable..."? Encontraréis algún ejemplo, pero no muchos. Cuando lo consigáis, recortadlo y hacedlo enmarcar porque las rarezas acaban teniendo buen precio en los anticuarios. Y no valen los políticos retirados, sólo aquellos que todavía aspiran a ganar alguna elección."
Claro que antes de las elecciones, los políticos deben enfrentarse con los aparatos de sus propios partidos. Ahí se encuenra el primer gran obstáculo. Quizá el sistema de primarias pueda ser la solución a esta situación sin salida aparente. Mientras tanto, el libro de Martí puede que no ayude mucho a los políticos profesionales, pero al menos nos permitirá disfrutar a los demás leyendo lo que estos no se atreven todavía a decir.
ACTUALIZACIÓN 9-05-08: Tras contactar conmigo el autor del libro (ver comentarios), me ha aclarado un poco más su posición respecto al nacionalismo catalán. Aunque ya lo he hecho en privado, desde aquí quiero agradecerle su deferencia. Creo que nuestras posiciones, salvando los matices, coinciden en gran medida.