"El despotismo liberal del mercado supone que todo puede ser objeto de explotación, sin límites, y que el sentido de la vida se resume en acumular bienes de consumo de todo tipo. Igualmente, es evidente que este proyecto materialista está destinado al fracaso, porque los recursos del planeta son limitados y la vida tal como la conocemos tendrá que cambiar, queramos o no.
Los políticos tradicionales, atados de pies y manos a los poderes económicos, no pueden parar este tren del consumo que avanza a tumba abierta hacia la nada. El problema ecológico demuestra la diferencia radical entre consumismo y estado del bienestar. O paramos el consumo descontrolado o terminaremos con el bienestar, un concepto complejo que también abarca la vida espiritual del hombre y resulta inseparable de la naturaleza.
El imperio liberal del mercado de trabajo, con contratos inestables y precarios, imposibilita el acceso a la vivienda de muchos jóvenes que tan solo aspiran a formar una familia y educar a sus hijos. (...)
Por tanto, es el propio liberalismo económico el que fomenta la incapacidad de fundar familias y el consecuente descenso del índice de natalidad, que después se compensa con la importación de inmigrantes."
Se trata obviamente de un discurso típicamente falangista, es decir, fascista (el ingrediente ecológico es muy característico), que demuestra que, en realidad, Anglada no se ha movido de donde estaba, cuando era el hombre de Blas Piñar en Cataluña.
Y de manera incidental, se demuestra también que, definitivamente, Enrique de Diego ha perdido el norte, al juntarse con personajes como Anglada.
Dejemos por ahora de lado el tratamiento de la noticia a que se presta El Mundo, siempre queriendo ser más políticamente correcto que El País. Lo cierto es que, por una vez, la corrección política imperante acierta cuando tacha a Josep Anglada de ultraderechista, pero como suele suceder, lo hace por las razones estrictamente equivocadas. El seudoprogresismo rechaza lo que llama islamofobia, que es precisamente la única parte del discurso de PxC aprovechable, con las matizaciones pertinentes. Pero es incapaz de reconocer el núcleo antiliberal de su ideario, porque el socialismo de derechas es un espejo demasiado incómodo para el socialismo de izquierdas más o menos implícito.
Un Geert Wilders, que condena la expansión del islam en Holanda desde principios inequívocamente liberales, es lo más opuesto que se pueda concebir, hasta donde sabemos, a un Josep Anglada, que denuncia la inmigración a partir del populismo más desvergonzado, recurriendo a la falacia de que los extranjeros roban puestos de trabajo a los autóctonos, aunque incidentalmente también enuncie algunas verdades. Cuando desde determinados discursos (tanto de izquierda colectivista como libertarios) se los mete en el mismo saco, se incurre en la misma burda maniobra del seudoprogresismo, que clasifica dentro de la derecha extrema a Esperanza Aguirre y a José María Aznar. Y esta confusión sólo beneficia, como siempre, a los antiliberales de todos los partidos.
[ACTUALIZACIÓN 10-10-10: Un criterio sencillo para confirmar o descartar el cargo de ultraderechista es la actitud ante Estados Unidos e Israel. Geert Wilders ha hecho encendidos elogios de los EE.UU. y ha mostrado su apoyo más explícito a Israel. Tanto el fascismo como el neofascismo se caracterizan en cambio por un antiamericanismo y antisemitismo virulentos, al igual que la extrema izquierda. No conozco declaraciones explícitas de Anglada al respecto, pero en su último libro (que no he leído) cita a Benoist y la Nouvelle Droite, que son furibundamente antiamericanos, aunque es verdad que también cita a Hayek, e incorpora el liberalismo como un ingrediente más de su ideología, que denomina "populismo identitario". Está claro que Anglada no tiene un pelo de tonto, pero por eso mismo es difícil saber qué piensa realmente, y más con el precedente de un vídeo ya antiguo de TV3, en el que sin saber que estaba siendo filmado con cámara oculta, confesaba su simpatía por Ynestrillas y sujetos similares, y admitía que no le convenía manifestarla. Véase extracto del libro. ACTUALIZACIÓN 30-12-10: Enrique de Diego se ha caído del guindo. Y de paso, sus palabras confirman que PxC tiene un núcleo inequívocamente fascista, y puede que incluso neonazi.]