
Por supuesto, también son responsables las multinacionales farmacéuticas que han recompensado generosamente a esos profesionales corruptos. Pero está claro que si no existieran unas administraciones con un amplio margen para gastar discrecionalmente el dinero de los ciudadanos, la escala de lo ocurrido difícilmente habría sido la misma. A fin de cuentas, las empresas no ocultan a nadie que están para ganar dinero, mientras que los gobiernos y las organizaciones internacionales se atribuyen a sí mismas la potestad de velar por nuestro bien. Sin embargo, en el reportaje, tras citar a varios médicos honrados dispuestos a denunciar la inmensa farsa, el periodista termina forzando una cita de Naomi Klein, la conocida escritora contraria a la globalización liberal: "Una nueva manera de hacerse inmensamente rico a costa de la alarma global". El mensaje subliminal es, pues, el mismo de siempre: La culpa de todo es de un sistema económico basado sólo en el beneficio y bla bla bla.
Pues nada, hombre, vamos a volver a creer la próxima vez a pies juntillas lo que digan los altos funcionarios de la ONU y de la OMS, cuyo discurso tantas veces coincide con el de Naomi Klein. Qué malo es el capitalismo salvaje neoliberal imperialista, y qué buenos son los burócratas que viven estupendamente bien de él.