Hace un año se produjo en LD la polémica entre José María Marco y Pío Moa, en la cual intervino también Jiménez Losantos, a favor del primero. Hoy tenemos un nuevo rifirrafe, esta vez entre César Vidal y Moa.
En aquella primera polémica, en mi opinión no se interpretó correctamente la postura de Pío Moa. Él no atacó a la homosexualidad, sino al homosexualismo, que son cosas distintas. Lo primero es una conducta que desde el punto de vista liberal no puede ser objeto de persecución ni discriminación pública; lo segundo es una ideología que pretende transformar la sociedad (mediante coacciones administrativas e incluso penales) para imponer una determinada concepción sobre la homosexualidad.
La actual polémica se inicia, aparentemente, por otro artículo de Moa de título provocador: "Defender el franquismo". En realidad, se origina en escritos anteriores de este autor, en los cuales reivindica la figura de Felipe II frente a los tópicos que beben en la Leyenda Negra. César Vidal, en su condición de protestante, no puede evitar traslucir ciertos prejuicios anticatólicos, lo que le lleva a una crítica insidiosa de las opiniones de Moa, en la cual sus afirmaciones epatantes sobre el franquismo le vienen que ni pintadas para descalificarle.
Vidal puede tener una parte de razón en cuanto a que la mentalidad estatalista heredada del franquismo sigue pesando en la sociedad actual. También en su observación de una cierta tendencia anglófoba de Moa. Pero su crítica sistemáticamente tergiversa la tesis de este, que evidentemente no afirma que Franco fuera liberal, sino que su régimen, en la práctica, lo fue mucho más que cualquier sistema totalitario fascista (en el pleno sentido del término) o socialista, y que estableció las bases de la democracia actual. A mí esto me parece una obviedad, que se aprecia por el hecho de que los grandes protagonistas de la transición fueron personajes procedentes del franquismo, como Juan Carlos, Suárez, Fraga y muchos otros.
Por lo demás, Moa replica con acierto que, pese al proteccionismo social del régimen, en los años sesenta se consiguió el pleno empleo. Responsabilizar al franquismo de los defectos estructurales de nuestro mercado laboral es una media verdad algo perezosa. Vidal no hace más que darle la razón a Moa en su contrarréplica, cuando pretende seguir sosteniendo su postura afirmando que el pleno empleo fue debido a la emigración, la escasa incorporación de la mujer al trabajo remunerado y la "liberalización" impulsada por el Plan de Estabilización. Salvo lo segundo (que por lo demás se daba en mayor o menor grado en todo el mundo, hace unas décadas), se trata precisamente de la clase de aspectos liberales que diferenciaban al franquismo de otra clase de dictaduras, como las de Europa Oriental. A ver qué alemán del Este podía irse a trabajar a Occidente y regresar sin problemas al cabo de unos años, como hicieron tantos españoles.
Un inciso. No comparto todas las opiniones de Pío Moa, especialmente su animadversión hacia el principal partido de derechas, el PP, por considerarlo parte del sistema. Curiosamente, aunque por razones opuestas, esta descalificación coincide con el mensaje de los "indignados". Pero no se aparta demasiado de la línea editorial de LD, que en los últimos años ha pasado de la acusación casi cariñosa de maricomplejinismo al ejercicio de una oposición frontal contra Rajoy. No se trata solo de Jiménez Losantos. Luis del Pino, en su programa de los fines de semana, llega hasta el extremo de presentar al PP como cómplice del PSOE en la presencia de Bildu en las instituciones, lo cual es una injusticia inaceptable: El PP es el único partido en el País Vasco que no ha permitido, ni directa ni indirectamente, que los proetarras obtengan ningún cargo político. (Fin del inciso.)
Hace tiempo que no escucho a César Vidal, y desde luego las formas empleadas en esta polémica me disuaden de volverlo a hacer. Abochorna que se finja dolido por las opiniones de Moa sobre la homosexualidad, cuando él invitó a su programa a un psiquiatra que mantiene que esta inclinación es una enfermedad, y prescindió de una colaboradora de su sección cultural al día siguiente de que esta hiciera una reseña de la película Brokeback Mountain, en la cual no cargaba con suficiente ferocidad contra ella, aunque no la elogiara precisamente.
Lo que ya produce grima es, aparte de su pedantería, el juego sucio de Vidal. Primero, haciéndose la víctima al recordar el episodio de la polémica anterior, que terminó con la salida de Marco de LD, como si hubiera sido por culpa de Moa. Y esto lo dice quien tiene muertos en el armario como Girauta. Y segundo, sugiriendo, como quien no quiere la cosa, connivencias de Moa con el antisemitismo, especie que no se sostiene ni un minuto. Hay que tener mala fe para utilizar semejantes procedimientos, y desgraciadamente parece que de ello se trata en este caso.
Para seguir la polémica hasta este momento:
Primera acotación a Pío Moa
Segunda acotación a Pío Moa
Tercera acotación a Pío Moa
César Vidal intenta refutarme
Segunda respuesta a César Vidal
Tercera respuesta a César Vidal (I)
Errores metodológicos de César Vidal (II)
Errores de hecho de César Vidal (y III)
Moa, me decepciona
¿Es liberal César Vidal?