La última campaña del PP de Cataluña me deja estupefacto. Propone cien medidas para combatir la crisis. Desde luego, si se aplicaran una docena de ellas, serían mil veces mejores que el plan de Zapatero de construir piscinas y polideportivos. Pero ¿por qué tienen que esconderlas entre nada menos que cien propuestas -muchas de ellas vaguedades obvias o redundantes? Lo peor, sin embargo, no es la manía de acumular "paquetes" de medidas que casi nadie lee, sino que empleen la imagen de Obama para generar -explican- "ilusión". O sea, a la derecha, cuando quiere llegar mejor a la gente, no se le ocurre nada mejor que acudir a un personaje como Obama, cuyo discurso se ha caracterizado por ser el más izquierdista de un presidente norteamericano que se recuerda.
Esto me trae a la memoria un sketch de "Los clones", humoristas de Intereconomía TV que suelen tener bastante gracia, pero que en esta ocasión no estuvieron muy sutiles. Parodiando los muñecos de "Ábrete Sésamo", nos venían a decir que Zapatero y Pepiño Blanco se las dan de izquierdas, pero cuando les conviene son de derechas. ¿Y qué es ser de derechas? Pues dar ayudas a los bancos, vender armas a Israel y tener un ático en primera línea de mar. Lo jodido es que (aunque lógicamente no puedo probarlo) estoy seguro de que la mayoría de seguidores de la cadena, que son de tendencia conservadora, habrán encontrado de lo más agudo el sketch.
A mí, vender armas a Israel no me parece mal, dejando de lado que lo mejor sería que no hubiera guerras y bla bla bla. Lo que sí me parece mal es que se vendan a Irán, cuyo presidente no ha ocultado sus deseos de borrar a Israel del mapa. Pero lo que está claro es que aquí se considera mal vender armas a cualquiera, y lo malo, por lo visto es de derechas. Da lo mismo que la derecha intelectual más solvente, que es la liberal, se oponga por principio a las subvenciones e inyecciones masivas de dinero público. Ayudar a los ricos con el dinero de los contribuyentes, al igual que pasarse las leyes medioambientales por el forro, es de derechas y punto.
Luego no nos sorprendamos de que mucha gente no quiera ser calificada de derechas. Nadie quiere ser considerado un cabrón, pero aún teme más parecer idiota. ¿Quién deseará pertenecer a un club cuyos miembros no se respetan a sí mismos?