Unos sujetos crean un grupo de Facebook llamado "Quemar todas las iglesias con los curas dentro". Se trata, evidentemente, de una manifestación de brutal intolerancia, un ejemplo de antiliberalismo palmario y puede que también un delito de apología de la violencia. Sin embargo, un bloguero de Red Liberal, Jorge Valín, dedica una entrada algo larga a criticar ferozmente no a estos fanáticos, sino a quienes los han denunciado. Valín deplora además la censura judicial de la película A Serbian Film, otro ejemplo que le sirve de punto de partida para argumentar a favor de la libertad de expresión, sin límites de ningún tipo. Como no he visto esta película, ni pienso verla, no voy a opinar sobre ella. Desconozco si es una apología explícita de la violencia y la pedofilia, o simplemente el típico ejercicio de morbosidad servida con pretextos artísticos. Si se trata solo del segundo caso, como parece desprenderse de las palabras de Valín, estaría de acuerdo con él en que no es justificable que se prohíba su exhibición en una sala privada. Pero centrémonos en el grupo de comecuras de Facebook.
Afirma Valín que quienes proponen en internet quemar todas la iglesias con los curas dentro no demuestran mucha inteligencia, porque su posición solo servirá para radicalizar a "los del otro bando". Quiero pensar que aquí Valín se ha expresado descuidadamente, no creo que sugiera, con exquisita equidistancia, que existen dos bandos en conflicto, los que quieren quemar vivas a algunas personas, y los que se empeñan en no ser quemados. Pero a continuación añade que las llamadas a la censura del primer grupo no harán más que encolerizar a sus componentes. Dice: "Prohibir estilos de vida [sic] es una llamada a la guerra que nadie va a acabar ganando nunca." Como argumento, me parece pueril. Si alguien incumple la ley, por mucho que ese sea su "estilo de vida", debe ser sancionado, sin importarnos cómo se lo vaya a tomar. Ya sospechamos que no le va a gustar demasiado... (Claro que Valín es un tipo de liberal muy peculiar, que no cree en la ley. Supongo que Hayek le debe parecer un vulgar apologista de la tiranía.)
Pero nuestro bloguero continúa su inspirado discurso. Cuestiona el concepto de apología de la violencia aduciendo que "un pensamiento no es un acto". Evidentemente, no lo es, pero utilizar una red social para difundir un mensaje violentamente intransigente, difícilmente puede considerarse un "pensamiento". Si alguien afirmara en voz alta, en el comedor de su casa, con su mujer como único testigo, que habría que quemar todas las mezquitas, evidentemente no estaría incurriendo en ningún delito. Pero si yo mañana hago pública semejante salvajada, por supuesto que debería considerarse una incitación al crimen, y por tanto punible. Valín se mete en un jardín cuando pregunta retóricamente si de las mil personas que forman el grupo de Facebook, todas van a quemar una iglesia... Hombre, todas seguro que no (¡esperemos!) pero ya sería gravísimo que lo hiciera una sola.
Valín argumenta distinguiendo entre el ejercicio de la libertad de expresión y una orden de tipo coactivo, que quien la recibe no puede eludir. Evidentemente, si alguien afirma en público que Hitler hizo bien gaseando a los judíos y que habría que terminar lo que él empezó, no está necesariamente obligando a nadie en concreto a poner en práctica el genocidio. (O si prefieren un ejemplo más apropiado a nuestro caso, pensemos en alguien que sostenga que habría que repetir lo de 1936 contra los curas y las monjas; pongamos que funda un grupo en internet que se llamara, no sé, "Quemar todas las iglesias con los curas dentro".) Pero es también evidente que un mensaje de carácter tan explícito pone en riesgo la vida de muchas personas, que pueden ser víctimas de agresiones por su culpa. Si negamos la responsabilidad intelectual, entonces tampoco podremos condenar a quien realiza un asesinato por encargo, pues el autor material no está obligado a aceptarlo.
No vale la pena continuar. Todo esto es absurdo. Elentir le pregunta muy oportunamente a Valín, en un comentario al post, si el "ETA mátalos" también es ejercer la libertad de expresión, y si aceptaría imperturbable que alguien montara un grupo titulado "Matar a Jorge Valín". A lo primero, el interpelado no responde, mientras que a lo segundo, dice que él no pondría ninguna denuncia. No sé si tal actitud es valiente o más bien temeraria, pero lo que está claro es que esto no es un argumento. Si a él no le importa que lo amenacen de muerte, a la mayoría de simples mortales nos jorobaría bastante, y no vemos nada totalitario ni tiránico que la ley nos proteja de este tipo de ataques. Pero claro, por lo visto no hemos comprendido bien el principio de "vive y deja vivir", que consiste en soportar estoicamente cualquier tipo de amenaza verbal, sin que podamos defendernos legalmente hasta que oigamos silbar las balas. Lo lamentable de verdad es que encima se quiera hacer pasar semejante sarta de despropósitos por el verdadero liberalismo.