El dibujante Toni Batllori nos deleita con una viñeta en La Vanguardia en la que aparecen, de izquierda a derecha, los siguientes personajes pertrechados con una tabla de surf: Un cabeza rapada con botas militares y la bandera de España pintada en la tabla. Un cura con sotana. Un ricachón con sombrero de copa y puro. Un señor en camiseta con el lema "Sí a la vida". Y José María Aznar en bañador. "¡Qué viene la ola!", exclama alguien. Supongo que a todos aquellos a quienes no les ha gustado la victoria del PP en las elecciones les parecerá muy ocurrente. Al PP lo han votado casi once millones de españoles. Pero para los que no simpatizan con él, siempre será el partido de los fachas, los curas y los ricos.
Al tratar de criticar algo tan zafio, tan burdo, tan chapucero, uno no sabe por dónde empezar. Todo chirría. Concedamos que las sotanas y los sombreros de copa realizan una función icónica, como el reloj de arena de Windows, o la vaca de las señales de tráfico. Pero quizás sería hora de que el imaginario de izquierdas, tan avanzado como pretende ser, se remozara un poco. ¡¿Quién ha visto últimamente alguna sotana?! Si ya es difícil ver a curas con alzacuello... Por no hablar de levitas y chisteras. Pero lo que ya es sencillamente anacrónico es que se siga asociando la bandera española con la ultraderecha, o a esta con el PP. Por lo demás, si lo que Batllori pretende es ridiculizar, caricaturizar a unos determinados tipos humanos, es evidente que con el pro vida fracasa completamente. No se le ocurre otra cosa que identificarlo con un eslogan. Porque claro, a favor de la vida está todo tipo de gente, religiosos y no religiosos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, científicos y profanos. Excepto Toni Batllori, es de suponer. ¿Cómo se va a mezclar un artista tan sublime con lo más casposo de la sociedad?
Eso sí, quien no podía faltar es el expresidente del bigote. Está el país al borde la quiebra, con cinco millones de parados, con los pro etarras en el parlamento, tras la nefasta gestión del peor presidente de las últimas décadas. Y los dibujantes progres aseguran tener pesadillas todavía con Aznar.
Ser progre es así de fácil. Uno está contra los fachas, los curas y los ricos, y ya está. Y si hay once millones de ciudadanos que opinan que los problemas de este país no son precisamente los cuatro fachas mal contados que hay, ni mucho menos los curas o los ricos, es que se trata de once millones de... fachas. ¿Lógica? ¿Quién necesita la lógica? Los progres no. Y menos cuando están rabiosos porque han perdido.