El Partido Popular ha crecido aproximadamente un 4 % en número de votantes, mientras que el PSOE ha perdido cerca del 40 %. [*] Esto es lo que ha pasado, que los socialistas se han desplomado. Es evidente que los millones de votos que ha perdido el PSOE no han ido a parar al PP, sino a la abstención o a otros partidos. Y es lógico que así suceda. Existe un fuerte componente ideológico en el voto, por lo que los dos principales partidos españoles tienen su suelo y su techo electorales, y es difícil que se registren trasvases relevantes entre ellos, en ninguno de los dos sentidos. En las cuestiones de fondo, la opinión pública no cambia en cuestión de cuatro años. Sin embargo, sí se pueden producir cambios considerables de mentalidad en períodos de tiempo más largos. Esto es lo que ha ocurrido en la Comunidad de Madrid, donde la derecha liberal no ha hecho más que afianzarse con el tiempo.
La prioridad del Partido Popular es ahora capear la tormenta. Pero para conseguirlo, tendrá que seguir el modelo de Madrid, aunque tampoco eso sea suficiente. Es un imperativo y al mismo tiempo una oportunidad inmejorable, máxime ahora que va a gobernar no solo en el conjunto de España, sino en la mayoría de comunidades autónomas y municipios. No es una cuestión que dependa exclusivamente, ni mucho menos, de los gobernantes, pero es evidente que con su acción estos pueden contribuir a que aflore una manera de pensar menos estatalista, a que se consolide una sociedad más independiente del subsidio y el dirigismo cultural, más emprendedora, con mayor iniciativa y una base moral más firme frente a la arbitrariedad del poder. Es algo que va mucho más allá del aspecto económico, tiene que ver con la voluntad de la gente de asumir el control de sus propias vidas, de tener más hijos, de concebir proyectos que vayan más allá del hedonismo nihilista de cortos vuelos.
La crisis económica nos ha colocado de manera dramática en la situación de que no podemos ya elegir. Ya no podemos permitirnos las veleidades izquierdistas, los experimentos de ingeniería social ni los dispendios del pasado. Ya no podemos seguir huyendo hacia adelante, en una estúpida carrera por ser cada día más modernos, sin preguntarnos en qué consiste ser moderno y si es algo mejor que no serlo. O cambiamos de mentalidad o nos vamos al cuerno. Es ahora o nunca.
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* Con el 100 % escrutado, el PP sube un 5,8 % y el PSOE baja un 38 %.