"Es obvio que los extremistas del Tea Party no son asesinos", admite Moisés Naím. ¡Cómo! Si yo pensaba que Sarah Palin ya había abatido a tiros a unos cuantos opositores con su M16... "Pero... [prosigue] este grupo de radicales... es -por razones y con métodos muy distintos a los de Al Qaeda- una fuente de inestabilidad internacional."
A lo largo del artículo, Naím enumera algunos cargos contra estos extremistas:
No apoyan las medidas económicas de Obama,
cuestionan la teoría antropogénica del cambio climático,
están en contra del sistema público de Seguridad Social,
están a favor de la pena de muerte,
cuestionan a Darwin,
"insultan" a Keynes,
están a favor de la libertad de posesión de armas,
defienden la abstinencia sexual entre los adolescentes...
Se podrá estar de acuerdo o no con algunas de estas posiciones, pero es ridículo pretender que son exclusivas del Tea Party. Muchas de ellas las comparten muchos estadounidenses, y no solo entre los republicanos. En todo caso, comparar los efectos del cambio climático con los del terrorismo es una estupidez que pensábamos estaba reservada a figuras del calibre intelectual de Zapatero.
Otra cosa, claro está, es insultar a Lord Keynes. Eso sí que pone los pelos de punta y que remueve los cimientos de nuestra civilización. Querer eliminar el nombre de Cristo de la vida pública es una medida loable para nuestros progres, pero negarse a reverenciar las teorías de un finnochio inglés (por lo demás, que no era en absoluto progre) les produce urticaria. Afirmar que el gasto gubernamental nunca es en sí mismo algo bueno, ¡qué horror!
Cuenta George Bush (lo leía hoy en el ABC) que la mañana del 11-S, poco después de madrugar, había estado leyendo la Biblia. Bien, comprendo que esta es la clase de cosas que a los progres les ponen enfermos. A mí en cambio, qué quieren que les diga, me provoca envidia. Cuando aquí tengamos un presidente que se desayune con Isaías (o con Virgilio) en lugar de con el editorial de El País (o con el Marca) me sentiré más orgulloso de ser español.
La lástima es que en el Tea Party algunos no sean muy amigos de Darwin. Si leyeran a Steven Pinker, se darían cuenta de que el evolucionismo es un aliado esencial en el combate contra la corrección política. Pero dejando de lado detalles doctrinales, comparar la defensa de los valores cristianos con el integrismo islámico es un ejemplo de la repugnante equidistancia de la izquierda, que solo beneficia al islamismo, por mucho que hipócritamente niegue simpatizar con él.
Todos los que tuvieron sentimientos encontrados cuando se hundieron las Torres Gemelas son el verdadero problema, la quinta columna que da esperanzas a los islamistas de poder destruir nuestra civilización. No podrían ni soñar siquiera con esta posibilidad si no fuera por los enemigos internos de Occidente, por la guerra civil cultural (Martín Alonso) que nos corroe. Y que hace que a pedantescos y egolátricos personajes como Naím les preocupe tanto el Tea Party como Al Qaeda.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Columnista de El País compara al Tea Party con Al-Qaeda
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