En 2004 el PP perdió unas elecciones que tenía ganadas porque muchos españoles creyeron que los terroristas islamistas nos perdonarían la vida (no cometerían otro 11-M) si castigábamos en las urnas la foto de las Azores. En 2012, o en otoño de este año, el PP podría también, contra todo pronóstico, perder las elecciones. Bastaría con que tres días antes de los comicios, ETA anunciara la entrega de las armas... Por supuesto, con el mensaje implícito de que su gesto solo sería efectivo e irreversible si votamos la opción correcta, la del gobierno que habría conseguido la "paz".
Excuso decirlo: no sé si ocurrirá exactamente de esta forma. Pero de lo que no tengo duda es que el PSOE de Rubalpásalo y ETA comprenden perfectamente la necesidad de algún tipo de golpe de efecto espectacular. Y lo que me desasosiega no es tanto la posibilidad en sí (con ser desastrosa) de que Rubalpásalo ganara las elecciones, sino que una mayoría de españoles fuera capaz de doblegarse por segunda vez ante el terrorismo.
Un tipo que se defiende de graves acusaciones (caso Faisán) haciendo un mal chiste con el estribillo de una canción, no demuestra mucha inteligencia ni brillantez. Si por un minuto ha pasado por poseedor de tales atributos, es porque en este país hay demasiados lameculos, demasiados sujetos dispuestos a reírle las gracias al poderoso. Rubalpásalo es nefasto, de acuerdo, pero mediocre. Los que por desgracia no son mediocres son quienes planearon el 11-M y los dirigentes de ETA. Y siete años después de aquella masacre, seguimos sin saber quiénes son los primeros, y sin haber derrotado a los segundos, que incluso se presentan con gran éxito a las elecciones locales. Pero todavía hay gente tan babosamente servil que apunta no sé qué logros de la lucha antiterrorista en el haber de Rubalpásalo, como hoy leía en un periódico provincial. Si mucha de la opinión publicada refleja verdaderamente la opinión pública, es para preocuparse.