Escolares de cinco o seis años están enviando cartas a la embajada de Israel en Madrid con frases como "los judíos matan por dinero", "evacuar [sic] el país para los palestinos" o "ir [sic] a algún lugar donde alguien esté dispuesto a aceptaros". (Noticia en LD.) Desgraciadamente, este tipo de cosas ya no nos sorprenden. Los jóvenes pueden llegar a la Universidad escribiendo con faltas ortográficas, pero eso sí, desde la más tierna edad les inculcan, mientras dibujan palomas de la paz, lo malos que son Israel, los Estados Unidos y el capitalismo global.
Lo que ya me ha parecido recochineo, sinceramente, son las palabras del diplomático español Juan Barba, expresando sus dudas acerca de si esas cartas "fueron escritas por los menores motu proprio o si hay detrás una incitación por parte de los profesores, lo que sería más grave". Claro, quién sabe si niños de cinco o seis años, después de ver un informativo en la tele, no han reflexionado en profundidad acerca del conflicto palestino-israelí, y tras consultar en internet la dirección de la embajada hebrea, han decidido coordinadamente canalizar por escrito su descontento.
Decía yo hace poco, y perdón por la autocita, que nuestras escuelas no han recaído en los extremos de la pedagogía "moderna" de Ferrer Guardia, ensayada en la Barcelona de principios del siglo XX. Creo que pecaba de ingenuo. Vean algunas muestras de lo que escribían niños de entre nueve y doce años, y que según aquel botarate fusilado en 1909 no habían recibido ninguna "orientación en determinado sentido de la opinión", sino que con "genial espontaneidad (...) exteriorizaban su manera peculiar de sentir, libres de preocupaciones y convencionalismos". Estos fragmentos están extraídos del libro de Ferrer Guardia, La Escuela Moderna:
"El obrero habita en casa pequeña y oscura, come poco y mal y no va en coche como el burgués. Si el obrero quisiera, todo sería suyo; si no, que se cuenten los obreros y los burgueses, ¿de cuáles hay más? Pues como los obreros son más, pronto, o mejor dicho, en seguida obtendrían su deseo." (Niño de 9 años.)
"¿Quiénes son los que disfrutan del trabajo producido por los obreros? Los ricos. ¿Para qué sirven los ricos? Estos hombres son improductivos, por lo que se les puede comparar con las abejas, sino que éstas tienen más conocimiento, porque matan a los parásitos." (Niño de 12 años.)
"El trabajador es esclavo del burgués... Mientras los ricos se recrean en jardines y paseos, hay trabajadores a quien sus hijos les piden pan y no tienen para dárselo. ¿Por qué sucede esto? Porque los ricos lo acaparan todo." (Niña de 12 años.)
"Entre las faltas del género humano se encuentran la mentira, la hipocresía y el egoísmo. Si los hombres estuvieran más instruidos y principalmente las mujeres, enteramente iguales al hombre, esas faltas desaparecerían. Los padres no enseñarían a sus hijos en escuelas religiosas, que inculcan ideas falsas, sino que los llevarían a las escuelas racionales donde no se enseña lo sobrenatural, lo que no existe; ni tampoco a guerrear, sino a solidarizarse todos y a practicar el trabajo en común." (Niña de 10 años.)
Hoy hemos avanzado mucho. A los cinco años, nuestros niños ya escriben proclamas antisemitas. A los diez, seguro que ya saben que el origen de todos los males está en el ultraliberalismo y que los casquetes polares se habrán fundido antes de que practiquen su primer botellón. ¡El futuro es suyo!