Aunque pueda dudarse de la efectividad práctica de este tipo de iniciativas, no sería admisible que no existiera una condena formal del comunismo. De ahí que la Declaración de Praga sobre la Consciencia Europea y el Comunismo merezca ser apoyada por cuanta más gente mejor.
Mientras un premio Nobel de Literatura siga declarándose orgullosamente comunista, y sólo unos pocos reaccionen con la misma indignación que si se hubiera declarado nacional-socialista, la sociedad europea seguirá siendo una sociedad enferma, seguirá demostrando (y esto vale especialmente para España, setenta años después de la guerra civil) no haber entendido nada, a pesar de todas las catástrofes del siglo XX.
Vía: Martha Colmenares.
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