En mi post anterior comentaba unas palabras de Fernando Trueba. Su hermano David tiene una columna diaria en El País, que rara vez leo. Pero hoy (viernes) me ha dado por ahí. Se titula "Tele y Estado" y es una defensa de las televisiones públicas, frente a las voces de quienes proponen eliminar las autonómicas. Dice David Trueba que "Zapatero puede presumir de que bajo su mandato la televisión pública ha alcanzado un orden democrático más decente." No es la primera vez que oigo decir algo por el estilo, pero lo siento, sigo riéndome igual. Admito que no veo todos los días los informativos de La Uno (mi masoquismo no llega a tanto) pero lo que yo he observado es que sólo falta que la información meteorológica la presente Zapatero, o Rubalcaba.
Y los casos de corrupción del PSOE y del PP no me digan que reciben el mismo tratamiento. El Gürtel lo explican de manera que hasta un niño de teta lo pueda entender, incluyendo detalles tan fascinantes como el número de trajes que supuestamente le regalaron a Camps. En cambio, cuando se trata de casos como el Faisán (mucho más grave que una mera corruptela), se limitan a hacer mención de la última diligencia judicial, con lo cual fácilmente los espectadores menos avisados no se enteran ni de qué va la cosa.
Aunque lo realmente conmovedor del artículo es la coletilla final: "La sociedad no merece que el mercado sea el único que dicte lo que comen nuestros ojos." O sea, para Trueba, el mercado televisivo, que está formado por una pluralidad de empresas, debe ser contrapesado por el Estado. Y todo porque a él le gustaría un tipo de televisión (por ejemplo, que ofrezca más cine español, aunque la gente prefiera el de Hollywood) y cree que es lícito imponerla a los demás. Eso sí, seguro que en su columna reparte con frecuencia carnés de demócrata.
A mí la telebasura (Gran Hermano y similares) me repugna tanto o más que al señor Trueba. Por suerte, dispongo de un aparatejo con un montón de botoncitos que me permite cambiar de canal o incluso apagar la tele sin ni siquiera moverme del sofá. En todo caso, esa basura no se financia con dinero de mi bolsillo. Por el contrario, la propaganda de los gobiernos central y autonómicos, y el episodio 1.296 (sic) de "Tiempos revueltos", que ni sé lo que es ni me importa (acabo de consultar la programación de RTVE), esto sí que se paga con mis impuestos. ¿Quién es aquí el que dicta a quién?