Hoy he recibido una multa de tráfico, con una fotografía del radar inapelablemente clara. Se me sanciona con 100 euros por la falta “grave” de circular a 95 km/h por la autovía Tarragona-Salou, en un tramo donde el máximo permitido es de 80 km/h.
Supuestamente, no me puedo quejar demasiado. La infracción es innegable, no pierdo ningún punto de carnet y la cuantía de la multa no es de esas que te crujen vivo. Pero quisiera decirle una cosa al Sr. Eusebi del Olmo Ferrús, Cap del Servei Territorial de Trànsit de Tarragona: ¿Se siente usted muy orgulloso de recaudar dinero de esta forma? ¿A cuántos panolis como yo le saca cada día los cuartos gracias a una legislación que promueve exacciones simplemente por superar el límite de velocidad en menos de un veinte por ciento?
Casi cada día trascienden noticias ejemplarizantes de conductores sancionados por haber sido detectados circulando a velocidades de más de 200 km/h, pero me gustaría conocer la cuantía de lo recaudado por infracciones como la mía; por mero razonamiento estadístico debe ser muy superior, porque aunque las multas sean menores, hay mucha más gente que supera la velocidad permitida en 15 km/h que no en 80 o más. Lo cual me confirma lo que ya pensaba, que hemos venido a este mundo para pagar impuestos, tasas y multas, et tout le reste c’est propaganda cochina.