Novela que no había leído todavía, pese a serme recomendada por más de uno. Magistral, inolvidable, sintética, arquetípica, para releer varias veces. Hace una o dos semanas, vi en un rastrillo un viejo ejemplar de los años sesenta, manchado por la humedad, en la colección Áncora y Delfín de Destino. Lo abrí más o menos por la mitad y juro que casualmente di con el que quizás sea el mejor pasaje del libro. Lo pronuncia el personaje de Ivanof, un comisario soviético, inteligente y cínico:
"No hay más que dos concepciones de la ética humana, y las dos son polos opuestos. Una de ellas es cristiana y humanitaria, declara sagrado al individuo y afirma que las reglas de la aritmética no deben aplicarse a las unidades humanas. La otra concepción arranca fundamentalmente del principio de un fin colectivo, justifica todos los medios, y no solamente permite sino incluso exige que el individuo esté absolutamente subordinado y sacrificado a la comunidad..."
(Arthur Koestler, El cero y el infinito.)
Nótese: "No hay más que dos concepciones..." Exacto. Sólo hay dos posibilidades. O la vida es sagrada (hemos sido creados por Dios) o la vida no es sagrada. No hay una ética racional que pueda prescindir de Dios, o reducirlo a un postulado, como hace Kant, y al mismo tiempo establecer como verdad apodíctica la dignidad del hombre. Se pongan como se pongan nuestros tratadistas de ética de la agnóstica Socioeuropa del aborto masivo, no la hay.