viernes, 22 de febrero de 2008

El error de Pizarro

Pizarro decepcionó en el debate de ayer en Antena3 con Solbes. No replicó con suficiente claridad y contundencia las falaces comparaciones del ministro de economía de las legislaturas de Aznar y la actual. Debería haber quedado claro para cualquiera que no hay color, como así es en realidad, o al menos que eso es lo que piensa el Sr. Pizarro. Para situar las cifras en su justo contexto, hay que ver de qué situación se partía en 1996, y cuál era la del 2004.

Tampoco supo Pizarro responder adecuadamente al as en la manga que tenía preparado Solbes, que fue recordar una información periodística según la cual el turolense habría defendido la privatización de las pensiones según el modelo de Pinochet. Pizarro se limitó a negar que él se hubiera referido nunca a algo más que la complementariedad de las prestaciones privadas con las públicas, cosa que también ha hecho el ministro. ¡Menuda defensa, decir que a fin de cuentas en ese tema no hay diferencias (“bienvenido al club”, fue lo que le dijo Pizarro a su contrincante)! Pues entonces ¿para qué votar a otro?

Soy consciente de lo difícil que hubiera sido -con el estúpido esquema de intervenciones rígidamente cronometradas al que llaman debate- hacer una defensa del sistema de pensiones chileno, que es el mejor de Hispanoamérica, y dejar claro que al mismo tiempo se puede estar por completo en contra de Pinochet. Pero no vale excusarse con esto. Si fuera fácil, Rajoy no lo hubiera fichado a él, se supone.

El error fundamental de Pizarro fue el error congénito de la derecha, que no partió de los principios filosóficos. Se basó sobre todo en ofrecer datos coyunturales de la crisis, sabiendo que el otro sencillamente diría que exagera, y las verdaderas diferencias entre ambos quedaron difuminadas. Tuvo que ser Solbes (tiene narices la cosa) quien sacara el tema de fondo, que es el que en otra ocasión sintetizó Pizarro diciendo aquella gran verdad de que el dinero donde mejor está es en el bolsillo de los contribuyentes. El ministro socialista afirmó que el problema es que algunos no tienen dinero y otros (creí entender) no tienen bolsillo. Una metáfora ramplona, pero que le sirvió para defender su propio modelo socialdemócrata. Por lo menos, demostró que tiene alguno, cosa que en el caso de Pizarro quedó menos clara.

En realidad, Solbes volvía a la vieja cantinela de tiempos de González, de que era imposible que las cuentas cuadren y reducir los impuestos a la vez, lo cual quedó refutado por los ocho años de gobierno de Aznar. Pero la réplica de Pizarro inevitablemente fue floja, porque la iniciativa ya la llevaba su interlocutor.

Es lo mismo de siempre. Se pospone ad aeternum la divulgación de las ideas propias (en economía y no sólo en ella) porque la sociedad supuestamente no está madura para ellas y sólo se consigue que parezcan algo vergonzoso y turbio que es preciso enmascarar. Entonces puede aparecer la izquierda triunfante con la acusación de que la derecha quiere privatizar servicios públicos y recortar gastos sociales, como si eso fuera la peor de las traiciones al pueblo, cuando sería una bendición. Y la derecha, una vez más, se sitúa a la defensiva, colaborando de manera inestimable con la izquierda en preservar sus mitos ideológicos.

Esperaba más de Pizarro.