martes, 4 de diciembre de 2007

Tras la euforia inicial

No creo que los abstencionistas en el plebiscito de Venezuela fueran indiferentes, ni mucho menos favorables a Chávez, como se ha llegado a afirmar. Hay que tener en cuenta que el referéndum era ilegal, por lo que personas inteligentes como Juan Carlos Sosa, que ha denunciado a Chávez ante el TPI, recomendaban la abstención basándose en argumentaciones éticas. En efecto, no se puede participar en unas elecciones ilegales para decidir entre la libertad y la tiranía. Existen cuestiones que jamás podrán ser legítimamente sometidas a votación, y entrar en semejante juego, aunque sea para votar NO, supone aceptar implícitamente que la tiranía sería válida si la mayoría del pueblo la aprobase.

Por si fuera poco, hemos podido ver cómo a la gente se la despertaba por las mañanas a toque de corneta para que fueran a votar: no hacerlo, pues, era ya en sí mismo un acto de rebeldía.

Quizá no muy tarde sabremos si este NO ha sido una victoria pírrica, como la ha calificado el propio Chávez, o se trata del principio del fin de su régimen. Porque mañana puede volver a intentarlo, convocando otro referéndum, y así hasta tener éxito. O bien puede aprender de Zapatero, que prefiere vaciar de sentido la Constitución sin tener que modificarla formalmente. La verdad, no sé qué es más peligroso.