domingo, 16 de diciembre de 2007

Cómo mantener los prejuicios contra viento y marea

El dogma fundamental de los adeptos de la antiglobalización es que, mientras los ricos cada vez son más ricos, los pobres cada vez son más pobres. Se trata de una tesis que los estudios más serios, destacando entre ellos los de Xavier Sala i Martín, han echado por tierra hace tiempo. Cada vez son más, sobre todo en Asia, los pobres que ingresan en las clases medias, las más interesadas por cierto en la economía de mercado y el Estado de Derecho, en los cuales el esfuerzo personal se ve entorpecido mucho menos por el intervencionismo y la corrupción que en cualquier otro sistema. Globalización y meritocracia van unidas.

Esto es lo que afirma también el economista indio Surjit Bhalla. Sin embargo, en un artículo publicado hoy en La Razón Digital, aludiendo a una conferencia que al parecer ha impartido en España, lo que se destaca es que el crecimiento de China y La India suponen una "amenaza" a la hegemonía de Estados Unidos. Nos habían dicho hasta ahora que los Estados Unidos eran los malos malísimos de la película, cuyas malvadas multinacionales porfiaban por extender la globalización sin piedad. Pues ahora resulta que la globalización es buena, y en consecuencia, los Estados Unidos son... malos malísimos, y tienen motivos para preocuparse de que cada vez haya menos pobres que no puedan consumir sus productos.

Lo más bueno es cuando, en relación a la defensa de la meritocracia que hace Bhalla, es decir, del mercado y la sociedad abierta, el articulista nos la presenta, en tono elogioso, como "una percepción bastante llamativa... desde el punto de vista occidental". De la manera que lo dice, no sabemos si es Carrascosa (el autor del artículo) o Bhalla quien acaba de descubrir el liberalismo. Sospecho que más bien es el primero, pero vaya usted a saber. Vamos, que el esquema es invariable. Cuando ciertas ideas son defendidas por think tanks americanos, no son más que la expresión de los turbios intereses del capital, pero en boca de un sabio oriental, y escuchadas sobre todo por alguien lo suficientemente ignorante, suenan revolucionarias y "transgresoras" (he echado en falta la palabra, la verdad). Y de hecho lo son, las diga quien las diga.

El articulista concluye, tras aludir a los esperanzadores datos de disminución de la pobreza, que "la utópica teoría de la distribución de la riqueza parece que funciona". Dada la habilidad de este Carrascosa para entender las cosas al revés, ya no sé si se refiere a la defensa del crecimiento como principal motor de la riqueza que propugna Surjit Bhalla, o más bien eso de "distribución de la riqueza" le suena a socialdemocracia y ha creído que al final quedaba bien terminar así, reivindicando, fiel a su estilo, la posición contraria a la que defiende el economista indio.

Mucha gente aún conserva la capacidad de conmoverse al oír un pasaje de Prokofiev, sin saber nada de música clásica ni que existiera el tal Prokofiev. Prueba indubitable de que "Los 40 Principales" no han conseguido arruinar por completo el oído de todo el mundo. Quiero pensar que el tal Carrascosa es de éstos, le suena bien la música, aunque no sabe ni papa de liberalismo. Peor sería que manipulara con toda la intención.