José García Domínguez dijo en unos de sus tuits de ayer domingo: "Antes del XIX, España no existía. Ni España ni ninguna otra nación europea. Asunto que también incluye, huelga decirlo, a la nación catalana."
Esta frase se puede entender de tres maneras distintas.
Primera, puede ser una boutade, a la que son tan proclives los intelectuales. Las ocurrencias o paradojas, bien administradas, tienen un gran valor. Son formas de pensamiento lateral, que nos permiten encontrar soluciones nuevas a problemas viejos. Pensar a contracorriente es algo de lo que muchos presumen, pero muy pocos practican realmente. Lo más patético se produce cuando alguien te advierte que sus ideas son "políticamente incorrectas", para acto seguido soltarte la soflama anticapitalista y sentimentaloide de rigor. Sin embargo, el abuso de la ocurrencia, de la frase epatante, puede fácilmente degenerar en tontería.
Segunda, puede ser una manera de desmontar los argumentos de los nacionalistas, mostrando que las naciones no son más que entes fantásticos, como las sirenas, los elfos o las hadas. Sin embargo, este procedimiento deja mucho que desear. Pues sostener que Cataluña no es más que un invento decimonónico como lo son España, Francia, Alemania o Italia, equivale lisa y llanamente a darle la razón a los nacionalistas catalanes, a fin de cuentas. "Así que Cataluña existe desde hace como mínimo trescientos años... ¡ja! Y ahora pretenderás decirme que Francia existe desde el siglo XVIII."
Tercera, puede ser un indicio de una ignorancia abismal. Es decir, que el autor del tuit haya leído en algún sitio la afirmación descuidada de que las naciones (no solo el nacionalismo) son un invento romántico, y se la haya tomado al pie de la letra, amén de no contrastarla. Me inclino a pensar que esta es la interpretación más cercana a la verdad, porque en el breve intercambio de tuits que mantuve con García Domínguez este me desafió... ¡a encontrar el nombre de España en el Quijote!
Confieso mi desconcierto ante el hecho de que un hombre presuntamente culto como Pepe García Domínguez desconociera que Cervantes se refiere frecuentemente a España en su obra maestra. Pero por si acaso la memoria me tendía una trampa, me dispuse a comprobarlo con plena disposición científica, es decir, con mente abierta. Debo decir que no me sorprendió encontrar seis veces la palabra "España" en sólo los ocho primeros capítulos del Quijote, dato que no tardé en señalarle a García Domínguez. No me ha contestado, aunque esto no tiene mayor importancia. (Más interesante que nuestra conversación, es la que mantuvieron él y Pío Moa, que le replicó con su acostumbrada solidez intelectual.)
Por supuesto, podemos discutir sobre el concepto de España que abrigaban Cervantes y sus coetáneos. Pero cuando alguien tiene la osadía de afirmar que nuestro más grande escritor ni siquiera utilizó la palabra España, al menos en el Quijote, lo mínimo sería reconocer que ha metido la pata hasta el fondo. De lo contrario, uno ya no puede tomarse en serio nada de lo que diga este señor: ni en la forma ni el fondo.
P.S.: Acabo de leer un tuit de García Domínguez, en el que anuncia que se ha comprado la hercúlea Historia crítica del pensamiento español, de José Luís Abellán. (Creo que son siete tomos.) Tengo entendido que esta obra arranca de la época romana, o sea que quizás le haga cambiar su idea sobre la nación española. Eso, y releerse el Quijote.