Según Unicef y Naciones Unidas, las tasa de pobreza y la mortalidad infantil han disminuido notablemente, en los últimos veinte años, en países de todas las regiones del mundo, incluyendo el África subsahariana. En 1990, la proporción de personas que vivían con menos de 1,25 dólares diarios era del 47 %. Pues bien, en 2008 se había reducido al 24 %, prácticamente a la mitad. Asimismo, en 2011 la tasa de mortalidad entre niños menores de cinco años descendió un 41 % respecto a 1990. Esto, unido a otros índices como el acceso al agua potable y a la educación primaria, significa que, pese al aumento de la población, millones de personas en todo el mundo siguen prosperando.
Sencillamente no es verdad que cada vez "los pobres son más pobres". El discurso apocalíptico, tan grato a neocomunistas, altermundistas y ecologistas, jamás se ha sostenido en datos rigurosos. Sin embargo, ellos necesitan de ese mensaje desesperanzador para justificar sus propuestas de reducción de libertad económica de los individuos, para violar el derecho de propiedad y restringir el libre comercio. Solo si se convence a la gente (engañándola) de que con el capitalismo "salvaje" (en realidad, fuertemente intervenido por los gobiernos de todo el mundo, en mayor o menor grado) no vamos a ninguna parte, pueden encontrar audiencia sus fórmulas autoritarias, disfrazadas con mentirosa fraseología democrática.
Algo parecido ocurre con el nacionalismo catalán, como expuso ayer brillantemente Vidal-Quadras en un debate de Tele5. ¿Por qué ha crecido tanto el apoyo a la independencia? Según una encuesta realizada por encargo de esa cadena, el 50,9 % de los catalanes votaría "Sí" a la secesión de Cataluña. En cambio, solo un 18,6 % votaría "No". El resto se dividiría entre la abstención, el voto en blanco y el NS/NC.
El político catalán afirmó que la razón de este aumento del independentismo estriba en el bombardeo constante que los medios de comunicación catalanes hacen de dos mensajes: Primero, que Madrid "roba" a Cataluña, idea basada en la argumentación falaz de las balanzas fiscales, como si fueran los territorios quienes pagaran impuestos, y no las personas y las empresas. Y segundo, como se deduce de lo anterior, que con la independencia los catalanes viviríamos mucho mejor. Así pues, no es de extrañar que el independentismo cale cada vez entre más gente. Como dijo agudamente Vidal-Quadras, si él creyera en estas dos ideas, también defendería la independencia. El problema es que son falsas, como es falsa la cantinela de los antiglobalizadores de que el Norte expolia al Sur -en el caso del nacionalismo catalán, curiosamente invertida.