domingo, 22 de julio de 2012

A qué llamamos cultura

Titular en portada de El País de hoy: "La cultura alza la voz contra su agonía". En la fotografía, nueve artistas del mundo del espectáculo (cine, teatro, etc, incluyendo una galerista), varios de los cuales sostienen un cartel con un lema de red social: #por la cultura. "Una treintena de artistas claman contra los recortes y la subida del IVA." El texto abunda en "su grito de indignación, miedo e incredulidad por una cultura que agoniza."

En la edición digital puede verse una serie de fotografías individuales de actores y empresarios culturales, principalmente, sosteniendo carteles con "alegatos contra los recortes" del estilo de:

CULTURA = LIBERTAD
SI LA CONVERTIMOS EN UN LUJO
AMORDAZAMOS A NUESTROS HIJOS

NO QUIEREN CULTURA PORQUE
NO QUIEREN CIUDADANOS LIBRES
SINO SÚBDITOS

EL GOBIERNO REMATA LA CULTURA 
SIN COMPASIÓN COMO A UN
TORO EN UNA PLAZA

GÖRING: "CUANDO OIGO LA PALABRA
CULTURA, SACO EL REVÓLVER"
AQUÍ, CON ESTE GOBIERNO BASTA LA ASFIXIA

LA CULTURA NO ES UN ARTÍCULO
DE LUJO: MÁS INCULTOS, MÁS DÓCILES

¿Y CON LA SUBIDA DEL IVA NOS
REGALAN EL KIT DE EUTANASIA?

Etcétera. Por cierto, que el autor del último cartel demuestra una cierta confusión. La eutanasia es una de las reivindicaciones de la Religión Progresista Ortodoxa, con la cual congenian tantos artistas e intelectuales, que incluso han dedicado obras a reivindicarla. (Claro que a lo mejor se referían a la eutanasia de los demás, no la propia.)

La cultura no es un lujo, nos repiten. La cultura es libertad, es dignidad. Por eso la derecha la odia, y desearía acabar con ella. Son expresiones muy altisonantes, que nos dan derecho a preguntarnos qué será eso tan importante que llamamos cultura.

En principio, por la actividad de la mayoría de fotografiados, cultura se asocia ante todo con espectáculo, en sentido amplio: Cine, teatro y música, más algún editor inquieto porque suba el IVA de los libros. (Pero no dice nada acerca de que persistan las restricciones a bajar su precio.) Incluso tenemos a una "espectadora", una chica con semblante preocupado, que con inusitada sinceridad asegura (ver pie de foto) que "ya no podré ir a todos los espectáculos que quiero".

Pues bien, ahora expondré yo mi opinión. Si "cultura" es poder ir a todos los espectáculos "que quiero", desde luego la cultura es un lujo. Y además no creo que la mayoría de películas y obras de teatro que se realizan hoy defiendan ninguna libertad o dignidad, sino que más bien se limitan a divulgar, implícita o explícitamente, ideas de la izquierda totalitaria, contra el capitalismo, contra la familia, contra el cristianismo, etc. Para mí cultura es mucho más que ir al cine, al teatro o a exposiciones. Principalmente es otra cosa. Es transmisión de conocimientos y es creación estética perdurable. No es panfletarismo ni agitación social, no es un efímero "estar pegado a la realidad" sin perspectiva, sino vocación de trascender el momento presente, interés por el legado cultural clásico, por hacerlo presente y enriquecerlo, con la mirada puesta en la posteridad. Es una tarea silenciosa y con frecuencia solitaria, alejada del foco mediático.

Por lo demás, yo también estoy en contra de la subida del IVA, pero del IVA de todos los productos. No creo que las salas de cine merezcan un trato privilegiado, distinto de la alimentación o el vestido. Sí estoy absolutamente de acuerdo con los recortes, es decir, con que el Estado disminuya su intervención en la economía, y deje que sea la sociedad la que decida qué debe producirse. Yo podría lamentar que el libro que he publicado no se vendiera, y culpar al poco apoyo oficial que recibimos los autores, añadiendo que "la cultura no interesa al poder" y todas esas cosas que permitirían salvaguardar mi ego. Pero si mi libro es lo suficientemente valioso, al final se terminará vendiendo más o menos, y eso depende exclusivamente de mí y, en menor medida, de mi editor. No hay excusas. Por supuesto que se venden muchos más libros de Harry Potter que de algún poeta apreciable actual. Pero también se venden de García Lorca miles de ejemplares cada año, tres cuartos de siglo después de su muerte.

Como en todo, hay excepciones. Me gusta escuchar emisoras de música clásica estatales, como nuestra Radio Clásica, o la Radio Suisse Classique. No creo que su supresión por razones presupuestarias aumentara en grado apreciable la libertad general de los contribuyentes, y sí en cambio supondría hacer algo menos accesible un legado cultural extraordinario, como es la música europea culta de los tres últimos siglos. Pero comparar con Bach, Beethoven o Mozart la mayoría de productos intrascendentes, cuando no lesivos, que hoy pretenden pasar por "cultura", meter todo dentro del mismo saco, eso sí que compromete el patrimonio cultural de nuestra civilización. Entre tanto ruido, lo que verdaderamente importa se transmite con mayor dificultad. Recortando subvenciones arbitrarias le hacemos en el fondo un bien a la cultura, aunque implique contrariar intereses gremiales. O precisamente por ello.