Los tiranos son patéticamente repetitivos. Vistos Calígula o Nerón, vistos todos. Que Kim Jong-il se gastara una fortuna en coñac, que tuviera un ejército de esclavas y que estuviera obsesionado con prolongar su lamentable existencia, resulta más bien tedioso. Más llamativa es la fuente que ha dado a conocer estos detalles, haciéndose llamar Fujimoto: pocos ejemplos de estulticia tan superlativa me vienen a la memoria.
El artículo de El Mundo nos relata que este hombre emigró de Japón a Corea del Norte, abandonando mujer e hijos, "en busca de un futuro mejor". Esto ya nos indica que el sujeto no debía regir muy bien.
Esta impresión nos la confirma que, tras identificarse como el cocinero personal del dictador, e incluso aparecer fotografiado junto a su sucesor, Kim Jong-un, prefiera no dar su verdadero nombre. Supongo que será para que no bauticen con él a un personaje de una nueva serie de chistes, como los de Jaimito o de Lepe.
Ahora bien, lo definitivo, lo que ya no permite abrigar ninguna duda, es que el tal Fujimoto viajara para obtener el coñac del dictador a Francia (a dónde si no) y para proveerse de jamón a... Dinamarca. Lo que decía: gilipollas integral.