martes, 7 de octubre de 2008

Utilidad de los neonazis

Este 12 de octubre hay convocada una manifestación del partido neonazi Alianza Nacional en Tarragona. El adjetivo neonazi es absolutamente preciso: Se trata de una organización que defiende postulados explícitamente nacional-socialistas y que mantiene contactos con otras formaciones similares de todo el mundo.

Como réplica a esta convocatoria (que no sabemos si será autorizada) se anuncia otra el mismo día, en otro punto de la ciudad, promovida por grupos presumiblemente de izquierda o extrema izquierda, antisistema e independentistas.

Es curioso que las movilizaciones antifascistas prácticamente estén monopolizadas por grupos cuya ideología contiene en realidad muchos puntos en común con el fascismo, y no digo nada exagerado. Alianza Nacional se presenta formalmente como un partido nacionalista europeo, español... y socialista. Declara estar en contra, según puede leerse en su web, de "la asfixiante tenaza del sistema liberal capitalista que obliga a los ciudadanos a hipotecar su vida para asegurarse incluso el ejercicio de sus derechos fundamentales, como el de una vivienda digna." No me negarán que esta frase podría haberla pronunciado cualquier ministro del actual gobierno del PSOE, sustituyendo quizás lo de "sistema liberal capitalista" por "liberalismo salvaje" o alguna coletilla similar. Alianza Nacional, en fin, acude a las manifestaciones del 1 de Mayo con eslóganes como "NO al despido libre, a la precariedad laboral, a la mano de obra barata, a las ETTs", que podría firmar igualmente cualquier partido de los autodenominados "progresistas".

El verdadero enemigo de la extrema derecha no es, como se deduce de lo anterior, la extrema izquierda, sino el liberalismo. La diferencia entre el extremismo de derechas y el de izquierdas es que el primero suele ser más coherente y sincero que el segundo: Se proclama abiertamente contrario a la democracia y a la libertad individual, mientras que el segundo las defiende retóricamente, al mismo tiempo que apoya el régimen de Castro y promueve una interpretación de la historia en la cual los crímenes comunistas son "desviaciones" lamentables de la verdadera doctrina, es decir, se reducen a la categoría de anécdotas. (¿Qué pensaríamos de alguien que, reconociendo los "excesos" de Hitler, pretendiera salvar la "verdadera esencia" del nacional-socialismo?)

¿Por qué entonces ese afán de la izquierda por mostrarse más antifascista que nadie? Existe más de un motivo. Uno es sociológico. En contra de lo que se afirma en ocasiones -que la consolidación de la extrema derecha en España perjudicaría al PP- lo cierto es que es mucho más fácil que sean los desengañados de la izquierda los que se pasen a la ultraderecha que no las personas de mentalidad conservadora. Por tanto, la extrema derecha y la extrema izquierda se están disputando la misma clase de votantes.

Sin embargo, la razón más profunda creo que es otra. La expuso con su proverbial clarividencia Jean-François Revel en La gran mascarada. No hay mejor modo de disfrazar las propias tendencias totalitarias que mostrar una gran indignación moral frente al totalitarismo más explícito de neonazis y fascistas. Incluso la izquierda moderada se siente incómoda con la rememoración de las atrocidades y desastres provocados por el marxismo allí donde se instauró como ideología del Estado o se infiltró de manera considerable. Por ello está especialmente interesada en mantener siempre presentes los crímenes de Franco o de Pinochet, con todo tipo de actos, publicaciones, exhumación de cadáveres, etc, porque de esta forma apenas queda tiempo suficiente para recordar también los crímenes de Stalin o Castro. Eso cuando no se justifican genéricamente los últimos aduciendo los primeros. El resultado es una visión de la historia en la que el Mal siempre ha procedido básicamente de la derecha, y por tanto es inevitable percibir las posiciones más a la izquierda del espectro político como moralmente superiores al conservadurismo, y que todo el que no comulgue con el progresismo estándar caiga bajo sospecha.

Se comprende que a fin de mantener esta construcción propagandística con todo su vigor, es muy conveniente que el fascismo no muera nunca del todo, que siga pareciendo una amenaza real. De ahí la inestimable utilidad de los neonazis para la izquierda.