martes, 1 de mayo de 2012

La fiesta de los trabajadores por cuenta ajena

El 1 de mayo es la fiesta de los trabajadores. Pero no de cualquier trabajador. La dueña del bar, el taxista, la peluquera, difícilmente se manifestarán por sus derechos laborales, porque no están muy seguros de tenerlos. Y no será porque no madruguen y no trabajen, y mucho. Pero por alguna razón, cuando se habla de los trabajadores, implícitamente parece que nos referimos solo al trabajador por cuenta ajena, al asalariado. Y preferiblemente al del sector secundario.

En España hay 17,8 millones de personas ocupadas. Y según se desprende del directorio información-empresas.com, existen más de 4 millones de empresas, desde Juan Pérez García (taxista), hasta El Corte Inglés (con cerca de cien mil empleados). Hagan la cuenta, la media de trabajadores por empresa es de poco más de cuatro. Pero por alguna razón, parece que son más trabajadores (en sentido nominal) los empleados de la gran industria que los camareros, los dependientes del comercio o el fontanero autónomo. Y es que, claro, de mil en mil siempre se tiene más fuerza.

Los trabajadores de la industria tienen derecho a defender sus intereses. Pero por alguna razón, los llaman derechos, y pretenden que representan a todos los trabajadores, elevados prácticamente a categoría metafísica.

Por alguna razón, alguien estableció un día el 1 de mayo como la fiesta del trabajo. Ese mismo día de 1886 se inició una huelga en Chicago que se saldó con decenas de muertos en enfrentamientos con la policía y con la muerte en la horca de cuatro obreros anarquistas (y uno más que se suicidó antes de la ejecución de la sentencia). No se acostumbra a entrar en detalles sobre los graves disturbios que se produjeron durante esas jornadas de huelga, entre ellos la muerte de siete policías por la explosión de una bomba, que además causó graves heridas a otros cincuenta agentes. Ni de que en la redacción del Arbeiter Zeitung se descubrió "cierta cantidad de dinamitas y de armas" (La Vanguardia del 8 de mayo de 1886).

Sí, posiblemente el juicio estuvo plagado de irregularidades. Puede que los condenados fueran inocentes y que la prensa de la época, "de San Francisco a Nueva York", influyera en la opinión pública poniendo "todas las mañanas sobre la mesa de almorzar, la imagen de los policías despedazados (...); sus hogares desiertos, sus niños rubios como el oro, sus desoladas viudas" (José Martí). Pero desde el propio relato de Martí hasta hoy, la versión profusamente difundida durante más de un siglo ha sido la del imaginario obrero, con exclusión de cualquier otra.

Por alguna razón, se reivindican los intereses (perdón, derechos) solo de una clase, de una parte de los trabajadores; y por alguna razón se conmemora la muerte de cinco agitadores izquierdistas, pero no las de siete trabajadores del orden público.

Comprenderán que, por alguna razón, muchos no encontremos nada que celebrar el día 1 de mayo.