lunes, 21 de enero de 2008

Un domingo cualquiera

El País de ayer domingo tenía dos temas estrellas: Gallardón y la Iglesia.


El asunto G

Si el alcalde de Madrid hubiera ido como número dos de Mariano Rajoy, habríamos leído y oído hasta la saciedad que éste es un líder débil, que no sobrevivirá políticamente a una derrota electoral, sino que será sucedido por Gallardón etc. En cambio, Rajoy impone su autoridad y entonces resulta que también es un líder débil, que cede a las presiones del Gran Satán de las mañanas radiofónicas etc. Por si hubiera alguna duda, nos ofrecen una encuesta ("sondeo flash", lo llaman), según la cual, G es el político de los dos grandes partidos más valorado por los españoles (!!). Y ello a pesar de que la mayoría (48 %) cree que "ha actuado movido por sus ambiciones personales", no por el interés de España, o siquiera el de su partido.

El mismo estudio llega a la conclusión de que el PSOE adelanta en ocho puntos al PP, en función de un "cálculo de Metroscopia basado en la intención directa de voto más simpatía". O sea, dicho en cristiano, en función de una manipulación de los datos para conseguir un resultado acorde con la simpatía... del cliente.

Pero el que resulta francamente revelador es el artículo de Manuel Vicent. En él se muestra claramente lo que de verdad piensa la izquierda de G, un tipo "capaz de defender intereses muy conservadores e incluso reaccionarios con las formas más suaves e inapelables de la democracia". Dicho de otro modo, que si el alcalde fuera el dirigente del Partido Popular en lugar de Rajoy, lo machacarían con la misma saña. Pero como ahora les conviene sembrar la división y cuestionar al actual líder, resulta que la exclusión de G de las listas electorales es una deriva hacia la derecha rancia y casposa. ¿Habrá gente tan simple que no sea consciente de tácticas tan burdas?


Obsesión por la Iglesia
  • Páginas 1, 36 y 37: Los jesuitas eligen a un superior supuestamente alejado de Ratzinger.
  • Página 6: La aproximación de Sarkozy a la Iglesia.
  • Página 14 del suplemento "Domingo": Reseña de un libro sobre Ratzinger que lo muestra como intransigente (no se aclara si la reseña o el libro).
  • Última página: Columna de Manuel Vicent (¡está en todas las salsas, el tío!) sobre el Papa...
  • Magazine dominical: Empieza y acaba con dos artículos de opinión dedicados ¿a que no lo adivinan? Efectivamente, a la jerarquía católica.
Después de los propios curas, estoy convencido de que los progres son los más interesados en el tema del catolicismo. Pero quisiera centrarme en el último artículo del dominical, debido a Javier Marías. Según el hijo del gran discípulo de Ortega que fue Julián Marías, hay gente que por mucho que se les conceda, nunca lo agradece ni se da por satisfecha.

"No se lo dan -escribe- ni se lo darán los nacionalistas varios, ni por supuesto ETA, ni el actual Partido Popular, ni -según comprobamos una y otra vez- los obispos y cardenales católicos."

Antes de entrar en el comentario de la repugnante comparación, veamos cuáles son los motivos, según el novelista, por los cuales la Iglesia Católica debería estar agradecida:
  • "Trato privilegiado escandaloso", refiriéndose a la financiación.
  • "Caducos acuerdos de 1979 con el vaticano".
  • "Se le permite apoderarse (sic) de las calles de todo el país durante siete días seguidos, los de la Semana Santa".
  • "Se ha tolerado que obispos levantaran falsos testimonios" (referencia al obispo de Huesca que opinó sobre el 11-M).
  • "Se le ha consentido difamar y mentir a través de su emisora..."
  • "Despedir a su arbitrio a los profesores de Religión que ella no paga"
  • "No se le ha pasado factura por los cuarenta años... de la sanguinaria dictadura de Franco, ni por su mucha opresión de tantos siglos".
Es decir, que cuando el Estado despilfarra miles de millones de euros en propaganda, en burocracia parasitaria, en manifestaciones "culturales" que en no despreciable proporción son antirreligiosas, la preocupación de este novelista es el dinero que recibe la Iglesia (en gran parte gastado en obras de caridad).

Que, ya lo vemos, le molestan las procesiones de Semana Santa.

Que le molesta que los obispos, como cualesquiera otros ciudadanos, expresen sus opiniones, salvo si no son contrarias al gobierno.

Que le sorprende que la Iglesia quiera elegir a los profesores que imparten su doctrina, en los colegios que los padres eligen libremente para recibirla.

Y que le sorprende que después del asesinato de 7.000 religiosos bajo el régimen del Frente Popular, la Iglesia apoyara a Franco. No, debería haber apoyado a la Pasionaria, ¿no te jode?

Pero lo esencial es por supuesto la comparación establecida entre ETA y el Partido Popular y la Iglesia. Ante todo, no debemos llamarnos a engaño. Esta furia anticlerical, aunque por desgracia apela a una rancia y casposa tradición hispánica, no tiene otro objetivo que cargar contra el PP, identificándolo con una derecha, qué curioso, también rancia y casposa. Vamos, es una maniobra idéntica en intención a las loas hipócritas dirigidas a Gallardón. Pero es que además, la comparación entre el terrorismo y la oposición conservadora, para mostrar a ambos como extremos igualmente deplorables, no es ni mucho menos original, sino que la hemos podido escuchar de labios de intelectuales de la talla de Pepiño Blanco.

Cuando un escritor cuyas novelas se supone que se dirigen a lectores sensibles (yo no debo serlo porque me parecen una mierda), recurre a consignas tan brutales como las de politicastros semianalfabetos, algo grave está sucediendo. Y es que muchos intelectuales, con tal de seguir figurando en el panorama cultural-mediático dominado por PRISA (recibir premios, reseñas favorables, entrevistas, encargos etc) han perdido por completo la vergüenza y la decencia, y están dispuestos a proferir las mayores canalladas.