jueves, 21 de agosto de 2008

Más especulaciones sobre el socialismo

Desde un punto de vista puramente lógico, existen cuatro posiciones posibles frente al socialismo definido como un sistema económico totalmente planificado:

Llamamos propiamente socialista a la posición representada por la casilla A, es decir, la de quien no se limita a pensar que "la justa distribución de la riqueza" es deseable, sino que además es posible. Las tres restantes casillas representan distintas variantes de liberalismo, aunque también podrían contener otras ideologías no liberales. En mi anterior entrada, discutí la columna AC, es decir, descartando por hipótesis las casillas B y D, intenté reflexionar sobre la cuestión de si sería posible determinar cuál de las otras dos casillas sería la verdadera, es decir, si el socialismo, en cuanto a sus resultados, es deseable o no. Mi respuesta fue agnóstica, aunque con una importante precisión. Puesto que todo indica que un intento precipitado de instaurar el socialismo tiene en cualquier caso consecuencias nefastas, sería una estrategia más "sabia" optar por C, porque o bien es verdadera, en cuyo caso acertamos de pleno, o bien es falsa, pero no hemos alcanzado todavía el nivel tecnológico requerido.

Sin embargo, tenemos argumentos muy sólidos, tanto teóricos (escuela austriaca) como empíricos (la caida del comunismo a finales del siglo XX) para pensar que la verdad se encuentra precisamente en la columna BD, es decir, que el socialismo no es realmente factible. Nótese entonces que, a diferencia de la discusión anterior, aquí no tiene sentido plantearse la cuestión de cuál es la posición verdadera, la de la casilla B o D. Es decir, si el socialismo no es posible, carece ya de todo interés práctico saber si es deseable o no.

Ahora bien, es evidente que la imposibilidad del cálculo económico en una economía totalmente planificada no conlleva inevitablemente, por desgracia, el triunfo del libre mercado.

Un moderno sistema económico autoritario se puede sostener, a pesar de su ineficiencia, durante un tiempo determinado. La existencia de la Unión Soviética en el siglo XX lo demuestra. Todo indica que su desmoronamiento se produjo al no poder competir con el mundo capitalista, cuya clase media disfrutaba de un nivel de vida (y no digamos una libertad) superior en muchos aspectos al de los propios privilegiados dentro del régimen comunista. Posiblemente, el hastío de estos últimos fue decisivo: Ningún régimen sobrevive a la desafección de sus dirigentes.

Pero ¿qué ocurriría si el socialismo se hubiera implantado en todo el mundo? Semejante escenario de pesadilla fue imaginado por George Orwell en su celebérrima novela 1984. En ella nos describe un Londres destartalado y sucio, sumido en la pobreza y el racionamiento, cuyos habitantes se encuentran sometidos a una propaganda intensiva y omnipresente, así como al terror político más despiadado y brutal.

Afortunadamente, después de la caída del comunismo, este infierno parece mucho menos probable. La literatura nos ha proporcionado, sin embargo, otro tipo de distopía que a mí se me antoja mucho más inquietantemente factible. Se trata del también famoso "Mundo Feliz" (Brave New World) de Aldous Huxley. Pero esto se merece una próxima entrada.